jueves, 12 de febrero de 2009

Seminario sobre el tema Orestes

Tradición Clásica Griega.
Obras de lectura principal:
Esquilo, La Orestíada.
J.P. Sastre, Las Moscas.

Análisis según el esquema de Genette

Analizar las siguientes transformaciones:


1.- Transformaciones formales:

Transformación Cuantitativa:

Concisión: En primer lugar la obra de Sartre está planteada en una sola unidad, frente a las tres de la de la de Esquilo. Esto hace que la longitud del texto francés sea algo más reducida. Por otro lado la obra de Sartre es a nuestro juicio más concisa en el papel que desarrolla el simbolismo dentro del texto. Respecto a la obra griega, Las moscas elimina ciertos símbolos (la red, la serpiente) a favor de un único símbolo que está presente y se hace físico, además de titular la obra francesa.
Otro aspecto que hace a la obra de Sartre más concisa es el tratamiento del escenario ideológico, en los que elimina buena parte del aspecto mitológico – religioso griego para adaptarlo a una moral de raigambre cristiana. También al centrarse en un desarrollo temporal continuado, Sartre no considera necesario contarnos parte del mito que son de sobra conocidas (anuncio resultado Guerra, asesinato de Agamenón) centrándose en la estancia en Argos de Orestes.
También se reduce en la obra francesa la participación de los dioses, Júpiter y Erinis, frente a la trilogía de la griega (Zeus, Apolo, Atenea + Erinis).

Aumento: Producido por un cambio de desarrollo secuencial, la obra se centra por completo en el personaje de Orestes, presentándonos una historia de desarrollo lineal, frente a la de Esquilo que se centra en explicar las acciones y consecuencias de la hybris de una forma en la que la función pedagógica de la obra griega es la búsqueda primordial. Sartre, por el contrario nos presenta a un Orestes educado en la razón ateniense (es llamativa la compañía de un pedagogo, en sustitución de Pílades) que llega tras un exilio a su ciudad natal, y se va inmiscuyendo en la trama. El personaje de Egisto, mera comparsa en la obra griega, adquiere mayor desarrollo en la francesa. El aumento es también llamativo en la función irónica del lenguaje que Sartre inculca a los personajes, introduciendo un divertido juego de personalidades escondidas (Júpiter y Orestes juegan a no ser ellos mismos, al menos a no decirlo) lo que produce un efecto de complicidad para el lector.

Mayor presencia, asimismo de la filosofía existencialista por medio de la decisión de Orestes acerca de la libertad: elección de la soledad por la libertad que otorga a su pueblo.

Transmodalización: Se da entre las dos obras una transmodalización del punto de vista narrativo, en cuanto a que la historia nos es contada, en el caso de Sartre, desde un pedestal cuyos referentes mitológicos, a pesar de haberlos, se convierten en circunstancia frente a la cual actuar, y no (como ocurre en la versión de Esquilo) circunstancia que asumir. Es decir, Orestes, en la obra francesa, no da la sensación de ser un personaje predestinado por un azar y destino que no le pertenecen, sino que es un personaje que a modo casi detectivesco, va sopesando sus opciones y decidiendo según va cercando el núcleo central de la historia.

Sin embargo la diferencia fundamental está en el personaje del Coro y su función depositaria en la tragedia griega de buena parte del desarrollo del peso argumental. Al ser un teatro destinado al pueblo, inscrito en unas coordenadas de fiesta y celebración, el papel del Coro cumplía dos funciones:

- Reconocimiento del/para el pueblo.
- Voz del subconsciente colectivo del mismo.

Mientras en la obra de Sartre el Pueblo aparece y actúa como un enjambre de pensamiento/actuación uniforme, pero sin ser más que una mera comparsa, en la de Esquilo es el Coro quien aconseja a los personajes, quien les lleva y les manipula, de forma que el equilibrio entre dioses y hombres no sea alterado.

2.- Transformaciones temáticas:

a) Transformaciones diegéticas: La línea temporal en el relato de Esquilo, inmerso en el universo mítico religioso de la cultura helena, está ausente, pues no especifica lapso alguno de tiempo entre el anuncio del final de la guerra de Troya, la llegada de Agamenón, ni la venganza de Orestes. En Las Moscas, ocurre lo mismo, salvo cierta indicación entre el tiempo transcurrido desde la muerte de Agamenón hasta la llegada de Orestes a Argos (15 años).
En cuanto al universo espacial, La Orestíada tiene tres escenarios: Argos, Delfos y Atenas. Las Moscas se desarrolla por completo en el entorno palaciego de Argos.

b) Transformaciones pragmáticas: Los hechos narrados que coinciden son los siguientes: Asesinato de Agamenón por Clitemnestra, llegada de Orestes a Argos, reconocimiento de Electra de su hermano, matricidio y asesinato de Egisto. En lo demás Sartre valora más el escenario psico-emocional de Orestes y Electra, dejando de un lado el juicio en Atenas fundamental en la obra de Esquilo, cambiándolo por la elección de libertad y supremacía ante los dioses de Orestes.


Personajes:

Principales:
En La Orestíada: Clitemnestra, Orestes, Erinis, Apolo y Atenea.
En Las Moscas: Orestes, Electra, Júpiter, Egisto, Erinis.

Secundarios:
En La Orestíada: Vigía, Agamenón, Pílades, Electra.
En Las Moscas: Pedagogo (Pílades), Pueblo de Argos, Clitemnestra.

Fábula: La fábula en su conjunto mantiene un fondo mítico necesario para el reconocimiento de la historia y sus personajes, pero en el caso de La Orestíada, la intención es claramente favorable a la transición socio-política de Atenas hacia la “democracia” a través de los elementos míticos por boca del poeta, elegido de las musas para transmitir en mensaje divino.

En la obra de Jean Paul Sartre, sin embargo, el tema de Orestes sirve de excusa para tratar el problema de enfrentarse a la libertad individual, ofreciendo al final a un Orestes desamparado por los dioses, que solo se tiene a sí mismo, pues incluso la impulsora del crimen de sangre, Electra, se arrepiente dejándole solo en las consecuencias de su decisión.


2.1. Acontecimientos previos a la llegada de Orestes.

En la obra de Esquilo, los acontecimientos previos a la llegada de Orestes de narran en la primera obra de la Trilogía: Agamenón.

Al partir Agamenón para Troya había prometido a Clitemnestra que le anunciaría por medio de hogueras la toma de la ciudad el mismo día que sucediese. Desde entonces Clitemnestra tenía puesto de atalaya a un siervo que debía estar en observación por si se veían las señales. El atalaya ve la hoguera, y corre a anunciarlo a su señora. La cual, con aquella nueva, viene a los ancianos que componen el coro de esta tragedia y les comunica el feliz suceso. Poco después llega Taltibio, quien refiere todo lo acaecido en la expedición. Por último, aparece Agamenón en su carro de guerra, seguido de Casandra, que viene en otro carro, con todo el botín y los despojos tomados al enemigo. El Rey se retira a su palacio acompañado de Clitemnestra, y en tanto Casandra predice los crímenes que han de ensangrentar aquella regia morada: su muerte, la de Agamenón y el parricidio de Orestes. Acometida como de furor profético, arroja sus ínfulas de sacerdotisa y corre al lugar donde sabe que va a morir. Y aquí entra la parte de la acción más digna de admirarse, y más apta para causar en los espectadores terror y compasión. Esquilo hace verdaderamente que Agamenón sea muerto en escena. La muerte de Casandra se consuma en silencio; pero después el poeta hace que aparezca a la vista el cadáver de la infortunada. Y en conclusión, presenta a Clitemnestra y a Egisto haciendo alarde de haber tomado los dos venganza en una misma y única cabeza: ella, de la muerte de Ifigenia; él, de los males que causó Atreo a su padre Tiestes.

2.2. ¿Dónde está Orestes?

En La Orestíada Orestes, cumpliendo las órdenes del Oráculo, vuelve a su patria, acompañado del fiel Pílades, y llega al lugar donde se alza el túmulo de Agamenón al tiempo que a él se encaminan las esclavas de Clitemnestra, portadoras de las libaciones que la reina ofrece a los manes de su esposo para conjurar los peligros con que en sueños se ha visto amenazada. Se había unido a ellas Electra, a quien luego con vanas señales se da a conocer Orestes.

En Las Moscas, sin embargo Orestes es recién llegado a Argos en el comienzo de la obra, acompañado de un Pedagogo en sustitución de Pílades, y previo viaje por mar. Aparecen en Argos como dos viajeros, interesándose por donde encontrar el palacio donde mora Egisto y encontrándose con una ciudad huraña y de luto. Hablando de ese viaje previo, se refieren a que Júpiter, fundamental personaje de la obra del francés, ya les acompañaba en el barco en su camino desde Delfos hacia Argos, en forma de un anciano de larga y blanca barba llamado Demetrio, con el que conversan en Argos y les pone al corriente de la situación actual.


2.3. ¿Cómo se produce la anagnórisis?

El Orestes de Esquilo es reconocido por Electra de forma un tanto extraña y simbólica: un bucle rizado del cabello de su hermano depositado sobre la tumba de Agamenón, así como las huellas colindantes a la tumba hacen que Electra finalmente vea lo que su razón le niega vislumbrar.

En el de Sartre basta la palabra de Orestes y una breve reflexión de su hermana para que se de el reconocimiento tan esperado.
Cabría señalar que en el mito “original” el reconocimiento es llevado a cabo por el sirviente que cuidó a Orestes de niño, y le ayudó a escapar de Argos tras el asesinato de Agamenón a manos de Clitemnestra.

2.4. Razones de Orestes para vengar a su padre.

En la versión que presenta Esquilo, cuando Orestes actúa no responde a la incitación de Electra, sino de Apolo. Se justifica el crimen, por lo tanto, como obediencia a una orden superior, proveniente de la indiscutible sabiduría de Apolo, el dios de la luz y la verdad. Al hijo le toca vengar al padre, y, de no hacerlo, acabará contaminado también por la mancha de los asesinos: Su inercia equivaldría a un crimen. Otras razones, quizás secundarias y adyacentes a la del Oráculo de Loxias son el exilio al que se ha sometido a Orestes desde el asesinato de Agamenón, expropiándole asimismo de su condición de Rey e Hijo.

En la versión de Sartre, las razones de Orestes parecen basar todo su peso en la deshonra de su hermana Electra, ya que Orestes, temeroso de actuar donde se siente un extraño, está constantemente intentando hacer cambiar de idea a Electra para huir juntos. Sin embargo, llegados a un punto de la adaptación de la tragedia, Orestes toma contra todas las opiniones, la determinación personal de llevar a cabo el doble asesinato (y matricidio), siendo Electra entonces la que queda insegura y afectada por la culpabilidad.
Razones de Electra.

Las razones que exhibe Electra para querer matar a su madre, son en La Orestíada el asesinato de su padre y el exilio de su hermano, así como la incómoda situación que resulta de tener que convivir con los asesinos de tu padre, uno de los cuales es además, su madre.
Hasta aquí coincide la transformación francesa de la tragedia, pero en lo que no hay coincidencia es en los matices que añade Sartre a la hora de describir el resentimiento de Electra. Electra cree que la solución a la situación actual es la venganza cruenta. Obcecada en el razonamiento que la ha permitido sobrellevar una situación de servidumbre (ella es princesa) durante el exilio de Orestes, no ve que se ha estado engañando hasta que su hermano, dubitativo al respecto del hecho de la venganza asume la irrevocabilidad de su destino, y lo ejecuta matando a Egisto. Ahí es cuando se desmorona el personaje de Electra definitivamente en la culpabilidad inexorable de la familia Atrida, queriendo perdonar a su madre, es decir cambiando la motivación central de toda su vida ante su propia desazón.


2.5. Asesinato de Egisto.

En la Obra de Esquilo Orestes, haciéndose pasar por un mensajero que anuncia su propia muerte, consigue ingresar en las dependencias reales. Allí, instada su nodriza por el coro de las coéforas a decir a Egisto que acuda solo, Orestes logra dar muerte al mismo, que acude a su muerte dialogando con el coro de coéforas, pareciendo asumir su muerte antes de conocerla.

En Las Moscas, llama la atención el diálogo que tienen Egisto y Júpiter antes del primer asesinato. Egisto sabe que va a morir a manos de Orestes, pero quiere evitarlo de alguna forma haciendo que Júpiter le ayude a eliminar la amenaza de Orestes a instancia de mantener al pueblo de Argos esclavizado en el temor y el arrepentimiento que en tanta estima tiene el Olímpico. No obstante, expone Júpiter, cuando un hombre es libre a nadie más que a los hombres corresponden sus asuntos. Júpiter está con las manos atadas ante un hombre libre. Luego Orestes es la única causa y medida de sus acciones, y esta le conduce a la venganza justa sobre Egisto, en primer lugar.


2.6. Desarrollo del matricidio.

El asesinato de Clitemnestra es, en la obra de Esquilo y en cuanto a acción dramática se refiere, de mayor desarrollo y dificultad que el de Egisto.
De mayor desarrollo ya que Clitemnestra lucha por su vida, trata de convencer a su hijo de que quiere vivir, y cuando ve que intentar convencerle es inútil, le amenaza con las iras de una muerta a manos de su sangre, momento en el que Orestes piensa en la posibilidad de perdonarle el crimen, pero huye de este pensamiento rápidamente.
En Las Moscas, tras el asesinato de Egisto, queda desvelada la personalidad de Electra, la que lleva dormida desde la muerte de su padre, Agamenón. Parece como si la muerte de Egisto quitara el velo de los ojos de su hermana y ahora se enfrentara al verdadero deseo de querer matar a su madre, sin poder soportar la idea, pues las Erinis se la aparecen en sueños para reclamar la sangre que ha de verterse. Es en estos momentos previos al matricidio donde se expone la teoría existencialista de la obra, con unos diálogos brillantes sobre la culpabilidad y sus causas, la conveniencia de ésta a la voluntad del supremo Júpiter, y el enfrentarse de forma solitaria a la libertad individual (Orestes). No es raro por ello, que el genio de Sartre eligiese quedarse en la nueva situación de Electra para narrar el asesinato de Clitemnestra. La única referencia al acto en sí que aparece explícita en la obra es el sonido de los gritos de Clitemnestra al ser herida de muerte y oída por su hija Electra, que se halla en mitad de una disertación sobre quién poseía la voluntad del matricidio.

2.7. Papel de Pílades.

Sustituido en la obra francesa por un personaje que encarna los valores de la educación clásica como es el Pedagogus, Pílades se distingue en La Orestíada por decir una sola frase, pero en un momento de los más determinantes, justo antes del matricidio:
“¿Y qué harás de los oráculos de Loxias, pronunciados en Pito, y de tus promesas sagradas? Más vale tener por enemigos a los hombres todos antes que a los Dioses”.

2.8. Presencia de la locura: rasgos y plasmación dramática.


La locura, arraigada en la situación psico–emocional de los personajes de toda tragedia, es no obstante en la obra griega una locura que ha de ser entendida a la luz de los terribles acontecimientos narrados en ella. Es una locura pertinente, es decir, no conlleva cambios de humor importantes en los personajes: se acepta el destino trazado por los dioses, pues inscrita en el firmamento de deidades Olímpicas, la Orestíada cumple una función didáctica.

En Las Moscas, el clima decadente de Argos, aparte de ser un modelo social más próximo a nosotros, es un caldo de cultivo óptimo para la locura. Todo el pueblo participa en histeria colectiva de un culto a los muertos manipulado por Agamenón, falso en devotos, y ausente en motivos.
No obstante, antes de morir Agamenón aparece mientras habla con Clitemnestra (estando Orestes y Electra escondidos tras el trono) ya la locura de éste al creer la propia mentira con la que ha seducido al pueblo.
Otro personaje afectado de cierto comportamiento bipolar y adulterado es Electra, cuyo arrepentimiento la hace caer en la red de Júpiter, llevándola a una negación de la realidad, que es la verdadera locura.



2.9. Resolución.

El final de una obra de este tipo sirve al autor para dar un anticipo de todo lo que irá sucediendo después, cuando el lector abandone los senderos del libro y la historia quede impresa en su recuerdo. En las dos obras que estamos comparando, por su naturaleza, se hace evidente que nacen de un perfil didáctico, aleccionador o más en el caso concreto de Sartre expositivo, con lo que la resolución ofrecerá distintos e interesante matices.

En La Orestíada, por ejemplo, tras el juicio y el veredicto (un tanto parcial) de las urnas, todo parece sumido en una calma, en un descanso que el resto de la obra desconoce. La paz de antiguos y jóvenes se ha concretado, la justicia familiar se ha restituido, los crímenes vengados… todo ello nos da la nueva visión de lo que la democracia en Grecia quería transmitir.

En Las Moscas, sin embargo, tras el doble asesinato “el juicio” tiene lugar de una forma mucho más informal, cobrando relevancia el fondo de la discusión frente a la forma, muy cuidada en la obra griega. Júpiter quiere hacer a la duda penetrar en Orestes, para dar una oportunidad a la culpabilidad de seguirla. Las Erinia le amenazan, Electra le repudia, el pueblo le increpa tras los muros del Palacio. Pero Orestes no teme a nadie, abre las puertas, explica a su pueblo que gracias a él ya no deben sufrir, y se marcha de Argos para seguir enfrentándose a su libertad.
CONCLUSIÓN:

¿Quién es el protagonista de la obra?

Si por protagonista hemos de entender aquel que introduce una variación en los hechos por la cual una obra tiene sentido, así como aquel que se enfrenta a la decisión de alterar estos hechos o dejarlos discurrir sin su intervención, este no podría ser otro que Orestes.

¿Cuál es el tema de la obra?

En La Orestíada, interpretada en su contexto, yo diría que se trata de la fidelidad a uno mismo a través de los dioses, brújula siempre de lo psicológico.

En Las Moscas creo que es evidente que trata sobre el miedo a elegir debido a las terribles cargas que la libertad acarrea.

¿Cuál es la intención del autor?


En la escrita por Esquilo, se trata de unificar el antiguo universo de creencias griegas con el nuevo modelo ideológico que traerá la democracia a Atenas; lo que queda nítidamente reflejado con el juicio, y las dos partes: Erinis frente a Olímpicos.

En la escrita por Sartre se trata de ejemplificar una doctrina mediante el empleo de un mito de la antigüedad clásica en el que la trama argumental es perfectamente interpretable desde el marco existencialista: un hombre, si es libre, no es temeroso de los dioses. Pero quedará solo en su libertad.

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